lunes, 20 de julio de 2009

Nadie entiende al asesino.

Pasaron 345 hs. con 27 minutos y no contesta. Ya me preocupo, ¿me habrá dejado de amar? Pero si apenas nos vimos una vez, ¿cómo es posible? ¡No me puede dejar así! Todavía ni conoce mis defectos como para abandonarme. ¡Qué desconsiderada! Después de semejante relación y pasión. Al menos podría haber tenido la delicadeza de decirme personalmente que todo había terminado. Su manera fue la más cruel de todas. Me dejó de hablar por 345 horas. Ya me lo dijo todo, no me ama más. ¡Y pobre de mí! ¡Tanto que la amaba! La iba a presentar a mi familia, amigos, hasta le iba a proponer matrimonio. ¿Cómo puede ser así?, tan cruel. Yo que siempre le di todo. La única vez que nos vimos le regalé un ramo de rosas y un anillo de compromiso. ¡¿Cómo puede olvidarme después de semejante acto de amor?!

No me contesta los mensajes ni me atiende el teléfono. A la casa no la puedo llamar porque nunca me dio el número. Cuando la voy a buscar a la salida del trabajo, me esquiva. Y cuando le grito su nombre, corre. A veces abraza al mismo desconocido, hasta finge que lo quiere y se besan. ¡Todo eso por mí! Eso me demuestra su infinita dulzura.

Nuestro amor es muy complejo y casi prohibido. Su padre me amenaza continuamente y me advierte sobre dejar en paz a su hija. Yo la comprendo, es muy difícil oponerse a la figura paterna. Esto no me preocupa tanto. Ya tengo planeada su muerte. Es cuestión de tiempo, algunas puñaladas y podremos estar juntos como siempre quisimos. ¡Qué detestable que es el padre! No entiendo cómo se puede oponer a un amor tan fuerte.

La quiero ver y no puedo.

Ya no se qué hacer, durante mis largas horas de espera la veo por la ventana de su cuarto. Pero la mala suerte hizo que nunca salga de su casa ante mi presencia. Mis amigos dicen que mejor la olvide, que la voy a empezar a asustar. ¡Qué idiotas son! ¿Cómo se puede asustar conmigo? Ella me supo amar, no tiene razones para dicha cosa.

Tengo 172 regalos que compre para ella y no encuentro ocasión para dárselos. ¡Tanto que la amo! En mi cuarto tengo colgadas 83 fotos de ella, 57 poemas que le escribí y 43 cartas. Además tengo retratos que pinto con su cara y su nombre escrito en cada una de mis paredes. Esta situación de amarla y no tenerla me está exasperando. ¡Ojo! No se asusten, que haya cuchillos clavados en sus fotos e insultos bajo su nombre, no quiere decir que no la ame. Simplemente fueron momentos de furia. No voy a negar que pienso en matarla, pero son simplemente momentos. La mayor parte del día la amo.
Además antes que ella, tengo planeada la muerte de toda su familia. Ellos son los únicos responsables de esta catástrofe. La de su padre va a ser la muerte más aterrorizante de todas, la del resto será rápida pero eficaz. Después, seguro aceptará mi propuesta de huir juntos a donde el destino nos quiera llevar.

Cada tanto me visita un doctor, la picazón del cuerpo es cada vez más intensa. Tengo los brazos en carne viva, todo esto es por ella. ¡Lo mal que me pone amarla y no tenerla! Ya tengo las uñas tan cortas que no me las puedo arrancar y me cuesta mucho comer a causa del gran temblor de mis manos. Sacaron todos los elementos cortantes de mi cuarto para que no talle más su nombre en mis piernas.

Ahora creo que es ella la que no me quiere ver. Sí, cada momento estoy más convencido. Si me hubiese querido ver, podría haber salido de su casa cuando yo la esperaba afuera. O bien, podría haberme hablado cuando le gritaba su nombre, en vez de correr como una cobarde. De última, podría contestar alguno de mis llamados.

Esto me pone muy mal, quizás la familia no tenga toda la culpa. Tal vez tenga que cambiar mis planes, el orden de mis asesinatos. El problema es que la amo tanto.

El miércoles tengo que ir al juzgado a declarar. Finalmente la podré ver. Voy a ir dispuesto a matarla, con el revólver que siempre guardé para su hermano. Ojalá que los guardias o el detector de metales me detengan. No la quiero matar. Pero si no lo evitan, no habrá otra salida.

Mientras tanto, sigo esperando que me llame.




Mario. P. Villanueva.

2 comentarios:

  1. Muy buen relato, necesito releerla dos o tres veces más. Vale la pena.

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

    ResponderEliminar