miércoles, 22 de julio de 2009

La muerte del casi poeta.

Juan, español con inexpertos 11 años, partió en búsqueda de inspiración el sábado por la mañana.

En la escuela habían visto todo tipo de poesía y estaba encantado. Ya había comentado a sus padres que quería ser un gran poeta, lograr grandes reconocimientos, inundar el mundo con su poesía y publicar cientos de libros. Ellos, amantes de la cultura, estaban contentísimos, era una de las mejores cosas que le podía decir su hijo. En apenas dos días, Juan ya llevaba escritos 15 poemas.

Todo lo describía con hermosas palabras e incesantes rimas. Le podía encontrar poesía prácticamente a cualquier cosa. El vínculo que tenía con la escritura era algo extremadamente fuerte, anormal para un chico de su edad. Sencillamente brillante. Cualquier entendido que lo leyera, sabía que incluso era mejor que los más renombrados poetas.

Ese mismo sábado, salió para el parque con el cuaderno y su birome. Llegó, se sentó en el pasto y empezó a observar todo lo que lo rodeaba. Una manada de pájaros pasó volando sobre él. Ni siquiera terminaron de pasar y Juan ya tenía incontables versos destinados a ellos. Lo mismo le pasaba con la gente, las hamacas, los perros, el pasto, las flores, etc. Así fue dando rienda suelta a toda su imaginación. De a ratos, se le acalambraba la mano de tanto escribir.

Detrás de él, se encontraba un viejo sentado en un banco, leyendo ámbito financiero. Juan, también lo tomó como una fuente de inspiración, y le regaló sus delicadas líneas.
Así se mantuvo escribiendo por aproximadamente una hora, llevando al papel todo lo que sus sentidos captaban.

A la hora y media, escucha un chistido. El viejo de atrás se estaba dirigiendo hacia él.

-pssh, euu, ¡Tú, jóven!- dijo El Viejo.

-Sí, señor, ¿Qué sucede?-Contestó Juan

- Nada, ¿Qué me ha de suceder? Simplemente quería saber que escribes.

-Poesía. Escribo lo que veo-Dijo Juan.

-¿Me puedes leer algo de lo que ves, entonces?- Preguntó el viejo, curioso.

-Sí, cómo no. Aquí va:

Los rayos negros pasan,
El frío enaltece su picardía,
Bajo el ensamble sumiso,
De lo que denota dinastía.


- ¿Le gustó?- Preguntó Juan, con su inocencia característica.

El Viejo calló. Evitó la pregunta, para luego empezar a hablar.

- Mire joven, le paso a explicar-dijo El Viejo... Hay distintos tipos de poetas y distintos tipos de poesía. Están los que escriben cualquier cosa, pero con un gran talento, aunque todavía no conozco a ninguno. Después, están los que escriben grandes historias, sin mucha habilidad. Y por último, están los que escriben cualquier cosa sin destreza alguna, que casualmente, son la gran mayoría. El concepto de poema es muy relativo. La poesía tiene la cualidad de albergar entre sus autores a cualquiera que piense que escribiendo palabras complejas y con sentido indefinido, están creando una obra maestra. Bajo ese criterio, ahí le va mi poesía:

El mar de ensueños,
Resplandece en las tinieblas,
Bajo una lupa incandescente,
Al compás de las luciérnagas.



- ¿Le gustó?- Preguntó El Viejo, en un tono inquisidor.

- Si, me pareció muy lindo. Tiene usted una gran imaginación. Ha de ser un gran poeta.- Contestó Juan.

- ¿Crees que lo que dije tiene algo de poesía? ¿Algo de talento? Pues, no- Siguió argumentando El Viejo. Simplemente son palabras que se me acaban de ocurrir así como si nada. La poesía es pura mierda, es pura idiotez, ¡palabras que se me ocurren y ya! No existen los poetas. Imagina que si no existen los poetas, mucho menos los talentosos.
Me alegra que te hayas interesado por la literatura pero no eres más que un niño sin talento, uno de los que piensan que escribiendo frases sueltas con palabras exquisitas, tienen poesía en sus manos. Eres uno más del montón, ¡Eso eres!, mediocridad.


Así fue como Juan volvió corriendo a su casa, tiró el cuaderno a la basura, contuvo las lágrimas y se acostó a dormir.

A la semana, la madre le preguntó porqué no escribía más. A lo que Juan respondió diciendo que la poesía era inmunda, que no lo sabía hacer y que odiaba a todos los poetas, al igual que la misma literatura.

Juan volvió a su vida, sus compañeros, la televisión y los juegos de computadora. Nunca más tocó un libro ni volvió a escribir.

Todo por culpa de un poeta frustrado, devenido en contador.



Mario. P. Villanueva.

martes, 21 de julio de 2009

El Recomendado.

La maravillosa vida breve de Oscar Wao, es un excelente libro en el cual Junot Díaz logra atrapar al lector a través de una magnífica redacción. Cuenta la historia de un adolescente obeso dominicano, que vive con su familia en el gueto estadounidense.

Oscar es un “nerd”, apasionado por los libros de ficción y atrapado por el “fuku” (maldición de orígen dominicano). La personificación de Oscar, (todo un anti-héroe), es perfecta. Lo inunda de situaciones vergonzosas y de calificativos sin igual.

El libro tiene capítulos que son relativamente cortos, lo que provoca una rápida y atrapante lectura. Además, a medida que va transcurriendo la historia, se adentra en cada personaje de la familia y las historias que cuenta son realmente buenas. Habla sobre la enfermedad de la madre, los novios de la hermana y los propios enredos amorosos de Oscar, entre otras cosas.

Por otro lado, toca temas más comprometidos como la dictadura de Trujillo en República Dominicana, pero siempre manteniendo un ácido sentido del humor.

Si bien el libro se escribió originalmente en inglés, Díaz trabajó en conjunto con Achy Obejas, una traductora cubana para su edición en Latinoamérica. Esto logró que no se pierda ese toque de distinción que tiene el libro que son los términos usados. La traducción es muy buena.

En fin, es una excelente novela que tiene entre sus premios el “”Pulitzer 2008”, además de otras miles de menciones. Muy recomendable.



Mario. P. Villanueva.

lunes, 20 de julio de 2009

Nadie entiende al asesino.

Pasaron 345 hs. con 27 minutos y no contesta. Ya me preocupo, ¿me habrá dejado de amar? Pero si apenas nos vimos una vez, ¿cómo es posible? ¡No me puede dejar así! Todavía ni conoce mis defectos como para abandonarme. ¡Qué desconsiderada! Después de semejante relación y pasión. Al menos podría haber tenido la delicadeza de decirme personalmente que todo había terminado. Su manera fue la más cruel de todas. Me dejó de hablar por 345 horas. Ya me lo dijo todo, no me ama más. ¡Y pobre de mí! ¡Tanto que la amaba! La iba a presentar a mi familia, amigos, hasta le iba a proponer matrimonio. ¿Cómo puede ser así?, tan cruel. Yo que siempre le di todo. La única vez que nos vimos le regalé un ramo de rosas y un anillo de compromiso. ¡¿Cómo puede olvidarme después de semejante acto de amor?!

No me contesta los mensajes ni me atiende el teléfono. A la casa no la puedo llamar porque nunca me dio el número. Cuando la voy a buscar a la salida del trabajo, me esquiva. Y cuando le grito su nombre, corre. A veces abraza al mismo desconocido, hasta finge que lo quiere y se besan. ¡Todo eso por mí! Eso me demuestra su infinita dulzura.

Nuestro amor es muy complejo y casi prohibido. Su padre me amenaza continuamente y me advierte sobre dejar en paz a su hija. Yo la comprendo, es muy difícil oponerse a la figura paterna. Esto no me preocupa tanto. Ya tengo planeada su muerte. Es cuestión de tiempo, algunas puñaladas y podremos estar juntos como siempre quisimos. ¡Qué detestable que es el padre! No entiendo cómo se puede oponer a un amor tan fuerte.

La quiero ver y no puedo.

Ya no se qué hacer, durante mis largas horas de espera la veo por la ventana de su cuarto. Pero la mala suerte hizo que nunca salga de su casa ante mi presencia. Mis amigos dicen que mejor la olvide, que la voy a empezar a asustar. ¡Qué idiotas son! ¿Cómo se puede asustar conmigo? Ella me supo amar, no tiene razones para dicha cosa.

Tengo 172 regalos que compre para ella y no encuentro ocasión para dárselos. ¡Tanto que la amo! En mi cuarto tengo colgadas 83 fotos de ella, 57 poemas que le escribí y 43 cartas. Además tengo retratos que pinto con su cara y su nombre escrito en cada una de mis paredes. Esta situación de amarla y no tenerla me está exasperando. ¡Ojo! No se asusten, que haya cuchillos clavados en sus fotos e insultos bajo su nombre, no quiere decir que no la ame. Simplemente fueron momentos de furia. No voy a negar que pienso en matarla, pero son simplemente momentos. La mayor parte del día la amo.
Además antes que ella, tengo planeada la muerte de toda su familia. Ellos son los únicos responsables de esta catástrofe. La de su padre va a ser la muerte más aterrorizante de todas, la del resto será rápida pero eficaz. Después, seguro aceptará mi propuesta de huir juntos a donde el destino nos quiera llevar.

Cada tanto me visita un doctor, la picazón del cuerpo es cada vez más intensa. Tengo los brazos en carne viva, todo esto es por ella. ¡Lo mal que me pone amarla y no tenerla! Ya tengo las uñas tan cortas que no me las puedo arrancar y me cuesta mucho comer a causa del gran temblor de mis manos. Sacaron todos los elementos cortantes de mi cuarto para que no talle más su nombre en mis piernas.

Ahora creo que es ella la que no me quiere ver. Sí, cada momento estoy más convencido. Si me hubiese querido ver, podría haber salido de su casa cuando yo la esperaba afuera. O bien, podría haberme hablado cuando le gritaba su nombre, en vez de correr como una cobarde. De última, podría contestar alguno de mis llamados.

Esto me pone muy mal, quizás la familia no tenga toda la culpa. Tal vez tenga que cambiar mis planes, el orden de mis asesinatos. El problema es que la amo tanto.

El miércoles tengo que ir al juzgado a declarar. Finalmente la podré ver. Voy a ir dispuesto a matarla, con el revólver que siempre guardé para su hermano. Ojalá que los guardias o el detector de metales me detengan. No la quiero matar. Pero si no lo evitan, no habrá otra salida.

Mientras tanto, sigo esperando que me llame.




Mario. P. Villanueva.

viernes, 17 de julio de 2009

La Mentira.

La mentira me mantiene de pie

Soy compulsivo,

Se que me mienten.

Y no me gusta


La mentira llena mis esperanzas

Se que me mienten,

Y no lo evito.


La mentira me hace creer,

Se que me mienten,

Pero odio el fracaso.


La mentira vive en mí,

Se que me mienten,

Pero la soledad me entristece.


Con la mentira soy bueno,

Se que es mentira,

Y lo prefiero.


Parezco un incoherente,

Pero la mentira me conserva,

Se que me mienten,

Pero mantengo mi verdad.


Por la mentira vivo,

Para ella no tanto.

Aunque por mi ella subsiste.


Mi vida es una mentira,

Pero sin ella,

Ya estaría muerto.




Mario. P. Villanueva